Publicado en el Melilla Hoy por Antonio Bravo Nieto
Ayer nos dejó definitivamente el historiador Claudio Antonio
Barrio Fernández de Luco. Son momentos en los que se percibe realmente el
vértigo del paso del tiempo y cuando el peligro del olvido y la desmemoria acechan
más que nunca. Alguien con su personalidad y con una trayectoria vinculada a la
cultura en general y a la historia de Melilla en particular, debe ser
recordado, y por esta razón traigo aquí las palabras que le dirigí en un
momento especial de su vida: su nombramiento como Protector del Patrimonio en
Melilla, en el año 2007.
Escribo en presente porque mi idea es que le recordemos como
alguien vivo y que sus palabras y trabajo sigan resonando en los ámbitos en los
que se movió. Claudio ha vivido en Melilla 40 años de su vida, por lo que ha
sido un melillense de elección y corazón. Y lo seguirás siendo. Pero antes de llegar a Melilla ya poseías una trayectoria
singular. Cualquiera que se acerca a conocerte, ya percibe que eres un vasco
abierto a la universalidad. Tu enorme formación humanística (apabullante más bien),
que es la característica que desde luego mejor te define, la adquiriste en tu
época universitaria, y la histona llegó a infiltrarse en tus venas, y creo que ya
nunca salió de ellas. Que optaras y obtuvieras una cátedra de instituto era el
escape lógico de tu pasión, pero situarte en la antigua provincia del Sahara
Español, como director de los institutos de Villa Cisneros y del Aaiún es
consecuencia de tu insaciable curiosidad por todo. Esta estancia sahariana te
permitió pasar a la acción. Ya no solamente te interesaba la histona, es que
pasabas a ser un actor de ella y como tal tuviste la suerte de vivir en directo
el final trágico (o bufo) de aquello que se ha denominado como descolonización.
Conociste a altas personalidades del momento, tanto españolas como marroquíes,
y te formaste una idea de aquella situación que has dejado inédita, aunque te
la hemos oído en más de una ocasión.
Claudio Antonio Barrio Fernández de Luco (1927-2016)
Al poco de tu llegada a Melilla, allá por el año 1976, ya
lucias una alta condecoración, eras ni más ni menos Comendador de la Orden de
África, lo que te confería una dignidad de ecos casi medievales, pero no eres
tú persona de lucir condecoraciones ni medallas, así que supongo que la
guardaste en un cajón. Cuando llegas a Melilla, empiezas a pulsar el ambiente
cultural de esta ciudad. Ves cosas increíbles en tu nuevo destino que devoras
con avidez. Lo que más le impresiona es el Modernismo, y no dejas de advertir a
todo el que te quería oír sobre la necesidad de conservarlo y difundirlo. Realmente
encuentras acomodo perfecto en la Asociación de Estudios Melillenses, entidad
de la que has formado parte desde sus inicios y en la que siempre te has
sentido identificado. Y allí continúa tu legado y tu recuerdo.
No eres un historiador convencional, que son bastante
aburridos por cierto, y en ti la pasión y el tesón son partes fundamentales de
tu idea de la historia. Y sobre todo de la historia de Melilla Tu bagaje clásico,
te ha hecho intuir capítulos de nuestro pasado sobre los que no tenemos fuentes
documentales. Tus narraciones siguiendo a SaIustio, en las que queríamos ver
las ruinas romanas de Taxuda siguiendo el rastro de los caracoles, tenían el
poder de la seducción, al menos para mí. El origen griego de Melilla - la Melilla
que Ves tan clara- y todas esas historias que vives (y lo digo así de rotundo,
que vives), ya las has plasmado en tu libro Melilla Mítica (2004), obra por la
que luchaste con tesón y en la que ilusionaste a otros amigos que te ayudaron y
que finalmente vio la luz con una edición que asumiste tu mismo.
Yo creo que tu pasión por la historia te lleva no solo a
estudiar los hechos y las obras, te lleva también a verlas y poseerlas, pero no
de forma celosa, porque tienes la virtud de intentar publicar aquello que
estudias. Por esa razón has publicado incansablemente sobre las monedas que
tanto amas, y has escrito un libro tan sugerente y tan oportuno como el de
Joyas del Rif, trabajo tan heterodoxo come imprescindible en el conocimiento de
esta cultura.
Pero hay más, habría que recordar cómo, hace años y en parte
gracias a tus gestiones, la ciudad pudo adquirir un patrimonio fundamental de
monedas almohades. A alguien le tiene que tocar contar los hechos, así que has enriquecido
el patrimonio de Melilla con tus aportaciones y con tu trabajo; me consta. Y
por supuesto citar a las generaciones de alumnos que han podido vivir la
historia gracias a ti en el Instituto Enrique Nieto (que lleva su nombre por tu
iniciativa), porque hoy día, amigo Claudia, ese es un trabajo que sí que cuesta
que se reconozca. En ti los melillenses pueden ver reflejados los caracteres de
tus pensamientos y tus acciones. Se puede estar de acuerdo contigo o no, pero
al final emerge aquello que es realmente importante: la pasión por las cosas y
la honestidad.
Tampoco quiero olvidar que eres una persona comprometida con
esta sociedad melillense, nunca en puestos de responsabilidad, y no has
ocultado cuáles son tus sensibilidades humanas, sociales, culturales y
educativas. Y eso te honra, sobre todo por la libertad que siempre has tenido
en proclamarlas. Creo que todos estarán de acuerdo en que formas parte del
reducido núcleo de personas que ha sabido ganarse el respeto de esta colectividad.
(Melilla 25 de enero de 2007). Te recordamos, 2 de abril de 2016.
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