Reproducimos
aquí el artículo publicado en el Boletín nº 69 de la Real Academia de la Historia de D. Rafael Fernández de Castro y Pedrera, que escribía por el mes de Junio de 1916 en
Melilla de la única necrópolis conocida, que termino de desaparecer por los
años 80 del siglo XX y el agradecimientos público al General Arráiz de
Conderena por la propuesta de crear un museo.
Los
descubrimientos de esqueletos y artefactos prehistóricos del cerro de SanLorenzo, no son obra de la casualidad al hacer desmontes para apertura de
caminos, sino producto de una serie de trabajos efectuados en dicho cerro, para
retirar restos humanos que se descubrieran á flor de tierra, a cuyos trabajos
se dio carácter oficial en atención á la importancia que parecían revestir unos
objetos de cerámica hallados al extraer dichos restos. Continuando esta labor,
se descubrieron algunas sepulturas.
Dos son
las clases de éstas, cuya diferencia salta á la vista aun para los menos expertos
en esta clase de trabajos. Unos enterramientos aparecen á muy poca profundidad,
y en ellos se encuentran los esqueletos bastante bien conservados, siendo
probablemente el rito de sepultar el mismo que hoy emplean los musulmanes. Junto
á estos esqueletos no se han hallado objeto alguno. Sí puede apreciarse que
acusa la presencia del esqueleto una mancha de tierra rojiza, tal vez producto
de la descomposición del cadáver.
En una
capa de terreno más profunda comenzaron á aparecer restos de cerámica que
presentaban antiguas fracturas, y como á unos tres metros de profundidad se
encontraron varias ánforas alineadas en serie, con sus bocas contrarias una á
otra. La orientación de las ánforas en su sentido longitudinal suele ser de Norte
á Sur, pudiendo apreciarse, por algunos de los restos hallados, que el cadáver
debajo de las ánforas está colocado de Este á Oeste, con la cabeza hacia este
punto cardinal.
El
interior de las ánforas, que se han quebrado generalmente por la acción del
tiempo, suele estar lleno de arena, entre la que se encuentra buen número de
caracoles terrestres.
A nuestro
modo de ver, el procedimiento de enterrar seguido en estas sepulturas consistía
en colocar el cadáver dentro de una fosa abierta á gran profundidad que tenía
una parte más estrecha con fondo de piedra caliza, en la que depositaban el
cadáver, colocándole en las inmediaciones de la cabeza una jarra, un candil y
unas anforitas, que en la mayoría de los casos debían romper, pues aparecen los
trozos bastante separados unos de otros.
Debían cubrir
el cadáver con arena, y cuando la fosa menor, de unos 50 centímetros de
profundidad, quedaba cubierta á ras de sus bordes, colocaban encima ánforas de 1,05 á 1,10 metros de altura y 0,23
centímetros de diámetro. 'Estas ánforas, acostadas en tierra en sentido
longitudinal contrario al largo de la sepultura, ejercían acción parecida á las
de las tejas ó losas empleadas en otros enterramientos antiguos.
También
dentro de la fosa menor y correspondiendo á los pies del cadáver, se suelen
encontrar tazas ó platos.
Estas
sepulturas tienen luego sobre las ánforas metro y medio de tierra. La acción de
los vientos de Poniente y las aguas llovedizas, han hecho perder al cerro de
San Lorenzo una buena capa de tierra, y en la parte de mayor pendiente y más
expuesta á los terribles vientos del cuarto cuadrante, que se dejan sentir con
frecuencia en esta zona, aparecen las ánforas casi á flor de tierra.
Los
esqueletos se han ido recogiendo en espuertas; el largo tiempo que llevan
sepultados no permite encontrarlos completos. Sin embargo, en tres sepulturas
no se han tocado á los esqueletos para retirarlos cuando convenga, aunque desde
luego puede afirmarse que les faltan los huesos de los pies. Miden estos tres
esqueletos de 1,90 á 1,86 metros.
La Junta de Arbitrios, á propuesta de su
presidente el General Arráiz de Conderena, acordó, en armonía con los deseos
del pueblo de Melilla, que quiere conservar cuidadosamente los vestigios de su
historia primitiva, solicitar la formación de un Museo municipal al cual irían
á parar cuantos artefactos prehistóricos se han descubierto.
La prensa
local se interesa asimismo grandemente, en nombre del pueblo, por que queden en
Melilla los objetos descubiertos y los que puedan descubrirse en las
inmediaciones de la jurisdicción de la ciudad.
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