Publicado por el Correspondiente
de la Real Academia
de la Historia
y cronista de Melilla D. Rafael Fernández de Castro y Pedrera (1883-1952),
en marzo de 1943 en la
Revista Mauritania nº 184 de Tánger.
La necesidad de abrir una nueva
amplia vía en la parte más céntrica de la Ciudad de Melilla, decidió la demolición del
antiguo Fuerte de San Miguel, centinela avanzado, desde los albores del siglo
XVIII, de esta vieja Plaza fuerte, obra que la constancia española levanto a
fuerza de heroísmos, en las inmediaciones del emplazamiento que tuvieron en el
siglo XVI, los fuertes de Santa Ana y San Marcos, fortificaciones de las que
guarda memoria el Libro de defunciones de la primitiva Iglesia Parroquial,
donde a su tiempo fue anotada la muerte heroica de sinnúmero de soldados,
celosos vigilantes de la vega inferior del río Oro, cuyo cauce lamía causando
estragos, en los primeros días de la
Melilla española,-la cimentación de los sólidos murallones
.de la defensa exterior de la
Plaza.
Vista desde el este
del Fuerte de San Miguel.
Quedaba alejado del núcleo principal de fortificaciones, como a un tiro de mosquete del Baluarte de San Fernando, y pese a lo corto de la distancia era tan peligroso el salvarla, que vise precisada esta guarnición a construir una galería subterránea con que mantener segura su comunicación, durante las épocas en que los moros, cansados de paz, venían a hostilizar la Plaza.
Harto difícil debió ser la
empresa de construir tan importante obra defensiva, y por considerarle en
extremo necesaria para la mejor salvaguardia de todos, acordaron viniese a
Melilla el famoso Tercio de Don Blas de Trinchería, que en constantes y
escaramuzas logró, desde su llegada, contener los ataques de que los moros les
hacían objeto desde las alturas de Ataque Seco, de tal modo dominantes, que fue
preciso tomarlas varias veces acuchillo, para quebrantar la obstinada
resistencia que en la conservación de sus aproches, presentaban los
fronterizos.
Tras feroz y cruento batallar,
fueron perfilados los paredones del Fuerte, labores que en principio tuvieron
que realizar a pecho descubierto, rechazando a diario las terribles acometidas
nocturnas del enemigo, que en loco frenesí logró rodear muchas veces a nuestros
destacamentos, peleando infructuosamente hasta el despuntar del alba, hora en
que, vencidos, se retiraban, no sin dejar allí sangrientas huellas en precio a
la dureza de sus embestidas.
La bravura nunca bastante
elogiada de las Compañías del pie fijo de Melilla, creadas el año 1700 a base
de voluntarios naturales de esta Plaza, y desterrados aptos para el servicio de
las armas, mantuvo siempre a raya al enemigo, habiéndose destacado particularmente
en aquel titánico período de luchas, las Villalba, Martín Paredes, del Toso,
Campos, Villafañas, y otros muchos buenos españoles más, que sin regateo dieron
en Melilla su vida por la
Patria.
Frente Oriental del Fuerte
de San Miguel.
Construyese el Fuerte, en
principio, de piedra y barro, siendo su planta, cuadrada, capaz para contener
holgadamente un destacamento de hasta 50 infantes, tropa destinada a guardar la
entrada de los ataques de la Vega,
vigilando además, sobre los cañaverales del río, a los moros, que apostados en
cobijos hacían vela para tirar a mansalva en cualquier descuido de los
centinelas, protegiendo también, de flanco, las defensas occidentales de la Plaza. Periodo de
graves peligros y sinsabores, en que los fronterizos, presionados por ordenes
conminatorias del sanguinario Sultán Muley Ismail, recibieron el mandato de
molestar constantemente a la
Plaza, creando un clima favorable a sus proyectos e intentos de
apoderarse de ella, en cualquier descuido de su bravísima defensa.
Durante el gobierno del Coronel
de In Infantería española, Don Patricio Gómez de la Hoz, el año 1715, se construyo
a prueba de bomba, una galería minada que conducía desde el tercer recinto
amurallado de la Plaza
al Fuerte de San Miguel, asegurando además el acceso al mismo con una Luneta de
piedra y barro establecida a vanguardia del Baluarte de San Fernando, obra que
más tarde perfeccionó Don Alonso de Guevara Vasconcelo, dándola el nombre de
.Luneta de San Felipe*, en honor del Rey Felipe V, Luneta que hubo de jugar
importantísimo papel durante las embestidas de los moros al dicho Fuerte, que
consideraron con el mayor peligro, puesto que sus tiros be cañón dominaban la
batería mora de Tarara, sita en la ladera septentrional del Cerro de San
Lorenzo, haciendo difícil acercarse a ella durante el día, privándoles hasta de
asomar siquiera junto a las piezas.
Existen referencias en los anales
de Melilla, de que en 1716 un terrible temporal de agua, como no había memoria,
arruinó el ángulo Norte del Fuerte de San Miguel en ocasión de estar éste
sitiado, descubriendo las aguas una galería de minas que los moros abrieran con
ánimo indudable de volar el Fuerte. Noticioso el Teniente de Rey Guevara
Vasconcelo del inesperado peligro, solicitó un voluntario para la realización
de difícil empresa, y como todos se ofrecieran para ella sin temer las
consecuencias, es encomendó al heroico Sargento de las Compañías fijas de
Melilla Don Felipe Fernández, hombre de manifiesta temeridad, la misión de volar
la mina durante la noche, cuando estuvieran reunidos los atacantes, operación
que llevó a feliz termino con gran
riesgo de su vida, costando su osadía al enemigo, más de 3.000 muertos. Los moros, enfurecidos por la sorpresa,
acudieron en terrible alud contra el Fuerte, arrimando a sus muros siete escala
con animo de asaltarlo, sin lograran éxito en la
empresa, gracias al valor del Alférez Don Joseph de Villafañas que con 50
hombres, hizo del Fuerte una gloriosa defensa.
El brigadier Don Antonio Villalba
y Angulo, que había servido sus empleos inferiores en la plaza Fuerte de
Melilla, de la que llegó a ser Gobernador, prestó al Fuerte de San Miguel la
suma importancia que por su enclave tenia, convirtiéndose en sólida obra de
mampostería, con amplios fosos para la mejor defensa, imposibilitando el
escalamiento, maniobra que solían intentar los moros contra nuestras posiciones
en el curso de sus empeñados ataques nocturnos. Dirigió las nuevas obras, que
se dieron por terminadas en 1732, el capitán de Ingenieros, melillense, D. Juan
Martín Zermeño, personaje que más tarde llegó a ser Teniente General de los
Reales Ejércitos, y Gobernador de La
Plaza fuerte de Orán (1).
Angulo Noroeste del Fuerte
de San Miguel.
En el año 1750 acordó el propio
Villalba y Angulo la construcción de la torre de mampostería, tronco-cónica, de
Santa Bárbara, situada a mitad de camino entre San Miguel y el mar, Torre que unieron al dicho fuerte
por una estacada de madera de cien metros de largo, cerrando así los manteletes
y las huertas establecidas en los mismos.
Don Francisco de Alba, que siendo
Maestro de Campo pasó a gobernar Melilla en 1757, hizo abrir un camino cubierto
desde la Luneta
de San Felipe al Fuerte de San Miguel, obra que completo el Gobernador Don
Francisco Bazquez Nicuesa, quien dispuso, además, la construcción del Fuerte de
San Carlos, -entre las Victorias y San Miguel,- fortificación cuyas labores
fueron protegidas por los fuegos de flanqueo de San Miguel, -lográndose así, a
costa de poca sangre, el levantamiento de la nueva poderosa defensa del cuarto
recinto amurallado.
Alarmado en 1772 el Gobierno de
Carlos III ante la manifiesta hostilidad del Emperador de Marruecos, Muley
Mohamed Ben Abdalah, envió para reconocer y mejorar las fortificaciones de
nuestras Plazas africanas, a una Comisión de Ingenieros al frente de la cual
llegó a Melilla el Coronel Don Juan Caballero, que de acuerdo con su Gobernador
Don Joseph Carrión, dispuso se construyera una cortina de piedra y barro que
uniendo los Fuertes de San Miguel, San Carlos y la Torre de Santa Bárbara,
dejara a cubierto de sorpresas el frente Sur de la Plaza, obra a la que
seguidamente con señalado denuedo, se aplicaron la guarnición y los
desterrados.
Montaba por entonces el Fuerte de
San Miguel, dos piezas de artillería de calibre 18, y tres de a 12, poder
ofensivo que durante el Sitio puesto a la Plaza de Melilla por el dicho Emperador marroquí,
(9 de Diciembre de 1774 al 19 de Marzo de 1775), fue aumentado con el
emplazamiento de cuatro piezas de artillería mas, una de calibre 18, y tres de
a 12, con las que se causaron terribles daños al enemigo, que durante el Sitio
dio preferencia en sus ataques a este Fuerte y al del Rosario, por
considerarlos, como así eran, llaves de la defensa del cuarto recinto
amurallado.
Puerta de entrada al Fuerte
de San Miguel orientada al Norte.
Podemos aseverar sin reparos,
haber sido el Fuerte de San Miguel el lugar donde los españoles de Melilla sufrieron, a través de
los siglos, el mayor número de bajas, pues dominada esta fortificación muy de
cerca por las alturas de Ataque Seco y Ataque Rojo, raro era el mes en que allí
no se produjesen víctimas.
El enemigo, oculto en la espesura
de los cañaverales vecinos, aguardaba pacientemente, días y días, cualquier descuido
de los centinelas para hacerles blanco de sus arcabuces y espingardas,
eligiendo cachazudamente la ocasión, al objeto de aprovechar el tiro, de tal
modo, que al sentirse en la plaza el eco de un disparo aislado, se daba por
segura la producción de una victima, inquiriendo todos quien seria el
infortunado. Así perecieron en nuestras avanzadas, gran número de oficiales y
soldados, consignando las partidas de óbito, tras el nombre de la víctima, el
doloroso y seco apunte de: “murió de bala
mora, hallándose de servicio en el Fuerte de San Miguel, San Carlos o las
Victorias”...
Esta posición militar, objeto
primordial de los ataques de los fronterizos hasta el año 1883, en que se
construyeron los Fuertes exteriores de San Lorenzo, Camellos, Cabrerizas Bajas
y Altas, y Rostrogordo, fue sostenida con firmeza por sus heroicas guarniciones
en todos los tiempos, muy seguras de su importancia paca la mejor defensa de la Plaza, y confiadas también
en que jamás habría de faltarles auxilio a través de la red de galerías
subterráneas que la unían con las restantes defensas.
El destacamento de San Miguel, fue
aquí considerado en un tiempo, como puesto de máximo honor, y por ello, en
ocasión de los muchos asedios puestos por el enemigo a la Plaza, eran muchísimos los
bravos que se ofrecían voluntariamente a guarnecerlo, en noble afán de emular
gloriosas hazañas.
Foso del Fuerte de
San Miguel.
Tuvo muy destacada resonancia
este Fuerte, en las operaciones que durante el mes de Febrero de 1860 realizo
en las afueras de la Plaza
el heroico Brigadier Don Manuel Buceta -terror de la marisma,- y de modo muy
especial la noche del 9, en que reunidos mas de 5.000 fronterizos, cayeron de
improviso sobre el campamento que al amparo de los Fuertes de Santa Lucia y San
Carlos había establecido a extramuros de la Plaza, el Batallón Provincial de Granada, llegado
aquel mismo día a Melilla, grave suceso de guerra, en que sufrimos un total de
182 bajas, acción por la que, con gran sentimiento de este pueblo, fue
procesado y conducido a España el General Buceta, que a la postre salió
absuelto con muy honrosos pronunciamientos, del Consejo de Guerra a que fue
sometido en la Capitanía
General de Granada.
La artillería y guarnición del
Fuerte de San Miguel logro hacer en esta ocasión tal cantidad de muertos al
enemigo, que al día siguiente quedaron suspendidas las hostilidades, prestos
los moros a pagar la paz, con tal de poder retirar libremente las innumeras
victimas de aquella gran sorpresa, que en resumen hubo de resultarles fallida.
El Teniente Coronel del Regimiento de Granada Don José Wambaessen, gravemente
herido en esta terrible noche, y a cuyo descuido atribuyeron el desorden que
motivo nuestra crecida cantidad de bajas, era Jefe de gran prestigio que había
sido herido cinco veces en la guerra, y condecorado con tres Cruces de San Fernando...
Las ultimas intervenciones bélicas
de este famoso Fuerte, tuvieron lugar el año 1863, con ocasión del viaje que para
reducir a los moros de estas vecindades, -que no acataban las estipulaciones
ratificadas en Wad-Ras,-hizo a Melilla el Príncipe marroquí Muley el Abbás,
cuya visita determinó la destrucción de la Mezquita de Santiago, (19 de Noviembre) y las
edificaciones de piedra y barro que constituían el viejo poblado moro de
Cabrerizas, dentro del territorio de soberanía.
Primera demolicion
del Fuerte de San Miguel.
También en 5 de Diciembre de
1871, se ordeno cargar la artillería de San Miguel, pronta a disparar, con
motivo del comienzo de las obras de desviación del río Oro, trabajos que se
iniciaron y concluyeron en tiempos del Gobernador Don Bernardo Alemany, sin
derramamiento de sangre, gracias a la intervención armada del Príncipe Muley Abdal-Jah,
hijo del Sultán Muley Mohamed Ben Abderrahaman,
que acampo en el Cerro de Santiago con su Mehal-la, para que viesen los
moros respondía todo aquello a un deseo del Sultán.
El Fuerte de San Miguel, sobre el
que hoy actúa la piqueta demoledora, tuvo al largo de los siglos, según
decimos, -la mas brillante participación en la defensa de la Plaza de Melilla, cuja de
acero en que, desde 1497, se sostiene con orgullo en el Norte de Marruecos, la
gloriosa Bandera española, linajudo airón de grandezas y heroísmos ...
Como de ninguna otra fortificación
española, puede decirse de este glorioso Fuerte, que su mole fue amasada con la
sangre generosa de los heroicos hijos de España, sujetos a la defensa de los
más altos prestigios de la
Patria.
Gloriosos caídos del
Fuerte de San Miguel, de Melilla: ¡presentes!.....
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