Desde la pasada primavera el primer recinto
fortificado de Melilla “El Pueblo” propaga en sus lienzos un recorrido bucólico que
comienza o termina, según se ande o desande a los pies del torreón de las
Cabras y desciende por la puerta de la Marina.
Si se elige el torreón,
a sus pies encontraremos a Pío Gómez Nisa, con su poema A Melilla. 1951 (1).
En mitos
brotarías y amapolas
como un iris
frutal, como un venero,
ciudad de
amurallado praderío,
andaluza Melilla
entre las olas,
al cuidado de mí,
tu jardinero.
Al elevarnos por su interior, en la salida nos encontraremos
con Josela Maturana en su poesía La Distancia. 1999 (2).
Yo tengo una
patria del corazón en la cintura
donde la infancia
es una palabra poderosa,
y el idioma no
cesa su rayo en el oído…
…Regresaré a la
ciudad donde vivía,
la ciudad de
murallas y espigones de sueños
Dirigiéndonos al norte, al faro y frente a él en la
fachada este del Hospital del Rey nos espera Jacinto López Gorgé con su verso Recordando
aquella playa. 1948 (3).
Melilla sol de
Agosto. La mañana
llega a mí como
un viento repentino
el viento tan
remoto y tan marino
de aquella playa
ardiente y africana.
Era la de los
Cárabos, la hermana…
A la vuelta de la esquina norte del Hospital del Rey
nos recibe Antonio Abad con su oda Ciudad de esperanza. 1997 (4).
Llego de la
heredada, a ti, desnudo,
con la raíz más
honda y vendimiada.
Llego piedra de
ti, cansado y mudo
besándote en el
aire la mirada.
Llego como la luz
clara del día,…
Ana Riaño nos aguarda en lo más alto, en el
Baluarte del Caballero de la
Concepción con su elegía Ciudad-Herencia. 1986 (5).
…arenas como
versos
que a tus
costados sueña de la mar
la tierra
prolongada.
Soy quien en ti
nací
y en tus aljibes
tuve el alimento.
Bajando por la cuesta de la Concepción a la calle
de la iglesia, Encarna León nos espera a la puerta de su casa de la calle de
Miguel Acosta, donde nos recibe su inspiración, Como paloma ardiente. 1998 (6).
El parque en su
armonía,
el puerto
alimentado de corales,
la virgen
presidía
alegres
ventanales
en murallas
bañadas a raudales.
En la misma calle, a la puerta del antiguo
conventico que da acceso a las cuevas, encontramos a Francisco Salgueiro con su
trova Aquí la fe de España. 1960 (7).
Aquí el aire, tal
mano rumorosa,
acaricia la
piedra en armonía
y ciñe la
campana, como haría
con el tallo
dormido de una rosa.
…Aquí la fe de
España está arraigada…
Trasversal a la calle de la iglesia, frente al
conventico encontramos la calle Alta y al final de esta, con un giro a la
derecha damos con la plaza de Dª. Adriana que desciende a la calle Ledesma en
la que nació Fernando Arrabal y en ella se plasma su balada de Baal babilonia.
1977 (8).
Un hombre enterró
mis pies en
la arena. Era en
la playa de Melilla.
Recuerdo sus
manos junto a mis
piernas y la
arena de la playa.
Aquel día hacia
sol, lo recuerdo…
Descendiendo por la escalera de las Peñuelas, que
baja a los aljibes, nos reclama Juan guerrero Zamora, con su elegía a Melilla
sola. 1994 (9).
Ven a mi vera,
rifeño,
y siente a la
sombra del agua
entre sillares de
este aljibe secreto.
…Esta ciudad,
amigo, está firmada
y le debes
respeto…
Si
nos dirigimos al oeste a la capilla de Santiago y en su puerta sobre la plaza
de la Avanzadilla,
Miguel Fernández nos acoge con su himno Canto a Melilla. 1968 (10).
Canto tu Valerosa,
tu humanitaria
estirpe, la semilla
Caritativa Rosa
de aquel niño en
la orilla
que soñando en
amor, contó en Melilla.
Desandando
el camino, bajando por el túnel de la
Marina y en el torreón de la Cal, Carmen Conde nos glosa a Melilla,
ciudad de mi infancia. 1966 (11).
Y te veré si dios
me otorga que regrese.
¡Oh mi ciudad de
infancia, mi Melilla primera,
oh mis casas
pequeñas, cómo os amo, y sueño
tener otra casita
a la mar asomada,
porque la mar me
lleva y me trae en tu furia!
Pío Gómez Nisa nos sale al encuentro en la puerta
de la Marina
para recordarnos que (12)…
“Para pasar esta
puerta, transformad el atavío,
para atravesar las calles, dominad todos los gritos,
para comprender su altura, asomaos al vacío.
Envolviendo la mirada en algodón y sigilo,
Melilla la Vieja duerme, estacionada en los siglos...”
para atravesar las calles, dominad todos los gritos,
para comprender su altura, asomaos al vacío.
Envolviendo la mirada en algodón y sigilo,
Melilla la Vieja duerme, estacionada en los siglos...”
En definitiva una docena de poemas que podrán
disfrutar, o no en sus recorridos por “Melilla la Vieja”.
1 comentario:
Sencillamente, magistral!!
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