martes, 29 de marzo de 2011

Los Comienzos de la Industria Pesquera Melillense

Conferencia de Carlos Esquembri Hinojo en la Asociación de Estudios Melillenses el 12 de marzo de 2011.

Durante años, el sector pesquero fue uno de los motores de la economía de nuestra ciudad y dio sustento a muchas familias melillenses que quedaron condenadas a la emigración cuando las circunstancias adversas dieron al traste con la pesca en Melilla.

Repasemos algunos datos e historias que nos acerquen a la dimensión humana y económica que representó este sector en la vida de nuestra ciudad.

ANTECEDENTEDES.

El Mar de Alborán que se extiende desde el Estrecho de Gibraltar al meridiano del cabo de Gata es lugar de encuentro de las aguas del Atlántico y el Mediterráneo y zona de paso de numerosas especies marinas que viven entre ambos mares. Esto le ha conferido una gran riqueza y variedad biológica que aunque hoy en día está seriamente amenazada y mermada por la acción humana, todavía nos permite hacernos una idea de lo que fue antaño.

Juan León el Africano, en su Descripción de África, nos informa de la dedicación a la pesca de los habitantes de las costas rifeñas. Así nos habla de Terga, dedicada principalmente a la pesca de sardinas que salan para enviarlas al interior del Rif. De Badis nos dice que parte de la población se dedica a la pesca y parte a la piratería, de Ielles nos dice que está habitada por unos pocos pescadores, de Tegassa nos dice que sus habitantes son pescadores y barqueros y del espantoso tufo a sardinas que había allí. De Melilla nos dice que existieron pesquerías de ostras.

Tras la conquista de Melilla se intenta repoblar la ciudad con gentes de diversos oficios. En la Carta de población de Melilla dada en 1499, se piden “dies pescadores, cada uno con su barco o xabeque con sus redes” y otros “treinta pescadores con sus anzuelos e cordeles”, los primeros cobrarían siete mil maravedíes y los segundos cinco mil. En el libro de R. Gutiérrez  “Los presidios españoles del Norte de África en tiempos de los Reyes Católicos”  se menciona un memorial del obispo de Badajoz en el que se indica que no se mande pescado salado a Melilla porque allí tenían redes y se pescaba. En el mismo estudio se señala la captura por la guarnición melillense de un xabeque con sus redes en Cazaza, lo que indicaría que los guelayenses explotaban las riquezas pesqueras del litoral.

Esta captura del xabeque o jabeque marca la tónica de los siguientes siglos en el aspecto marítimo ya que el estado de guerra permanente que se vive entre españoles y marroquíes, hacen casi imposible el desarrollo de actividades como la pesca o el comercio. 

En las Efemérides que recopila Gabriel de Morales encontramos muchos casos de agresiones a los melillenses que se hacen a la mar para pescar así como las represalias que las tropas y las embarcaciones de Melilla toman contra los cárabos guelayenses y rifeños. El 7-06-1855 en la playa de Mazuza son apresados tres cárabos con sus artes de pesca mientras que un cuarto es incendiado. Esto indica que los guelayenses seguían faenando en este mar que compartimos.

Pero no todo son encuentros violentos, el 10-09-1894, dos botes de pesca sorprendidos por un temporal tuvieron que buscar refugio en Cala Viñas y fueron atendidos y auxiliados por los lugareños. Por último nos referiremos al naufragio en el puerto y debido al mal tiempo de un bote de pesca propiedad de Miguel Bernardi el 12-12-1903. 


EL SIGLO XX.


 El aumento de la población civil conlleva un auge de las actividades encaminadas a  satisfacer sus necesidades, la pesca entre ellas. Pero pronto la pesca dejará de limitarse a abastecer el mercado local y pasará a enfocarse a la exportación y a la producción de conservas. Para ello hubo que modificar el artículo segundo de la ley de Puerto Franco para establecer una franquicia aduanera a la exportación de pescado fresco y salado.

El Telegrama del Rif publica en 1908 datos sobre la exportación de pescado en 1907 que nos indica como este sector empieza a despuntar en Melilla. Así, se exportaron a Italia  9256 Kg. de conservas de pescado por un valor de 13.875,00 Pts. (En 1907 había empezado a funcionar la industria conservera San Luís de Luigi Dassori). Pescado salado 8042 Kg. por valor de 2811,70 Pts. A España tenemos pescado fresco 14.710 Kg. por valor de 7355,00 Pts. Pescado salado 3.200 Kg por valor de 2800 pts y marisco 4400 Kg por un valor de 6600 pts. A Francia conservas 11.520 Kg. por un valor de 17.280 pts y a Inglaterra se exportaron 50 Kg. de coral por un valor de 500 Pts. Con todo, la industria pesquera melillense estaba todavía en una fase de poco desarrollo técnico ya que los barcos y lanchas eran en su mayoría a vela y remo, sardinales y jábegas que pescaban en la bahía y playas de nuestra ciudad. En un artículo del Telegrama de  13-5-1908 que recoge Juan Díez en su trabajo “La industria pesquera 1908” Dassori se lamenta de que en Melilla no se permita la pesca “con luz”, cosa que ya hacían en Nemours, la actual Ghazaouet (Argelia). También se quejaba Dassori de que faltaban pescadores y barcos para explotar las enormes riquezas pesqueras de la zona y proponía fomentar la emigración de pescadores andaluces para tripular unas treinta o cuarenta barcas.

EL DESPEGUE DEL SECTOR PESQUERO.

Según un artículo aparecido en el Telegrama del Rif del 27 de Junio de 1916, es en el invierno de 1914 cuando empiezan a venir en gran número pesqueros de Almería y Málaga para hacer la llamada Campaña de Invierno en nuestras aguas aprovechando la abundancia de sardinas en la bahía de Melilla. Estas sardinas se exportaban a Málaga y de allí se distribuían por toda Andalucía alcanzando buenos precios de venta. Al parecer, en los meses de verano la sardina se alejaba concentrándose entre La Peineta y Chafarinas y entre Cala Tramontana y Cala Yazanen. Esto, unido a que, debido a los poco eficaces métodos de conservación de la época,  los calores del verano estropeaban rápidamente la pesca, haciéndola inservible  para la exportación, llevaba a que muchas barcas dejaran de faenar y se volvieran a su tierra hasta el invierno siguiente.

La sardina se exportaba en los buques correos de Málaga envasadas en recipientes de madera cubiertas con sal mientras que el “pescado fino” lo hacia en cajas de madera con hielo. Este pescado fino se reexpedía hacía Madrid por ferrocarril.

CAPTURAS, ESPECIES Y PRECIOS.

En las páginas del Telegrama se publicaban cada cierto tiempo datos sobre las capturas y las especies más comunes en nuestras aguas.

Así, las especies más comunes eran las sardinas y boquerones en pescado azul junto con caballas y atunes en verano. En las especies finas tenemos salmonetes, pescadillas y mariscos.

Según un artículo de Tomás Segado publicado en el Telegrama del Rif del 23-02-1927, las gambas y merluzas se pescaban en un banco a unas 10 millas de Melilla. En este mismo artículo se  menciona  la desaparición tras un temporal de un banco de almejas existente frente al Quemadero.

Mención aparte merece la pesca en la “Mar Chica” que empezaba a ser importante en esos años con las barcas de Nador y la 2ª Caseta. Las especies más comunes allí eran la liza, que era muy apreciada por los habitantes de la zona, la dorada y el salmonete. Ostras y langostinos abundaban por la zona de la Restinga y el Zoco del Arbaa.  El 8 de julio de 1916 se publicaron los datos de capturas de junio en la Mar Chica que eran: langostinos 3000 kilos, doradas 4500 kilos y salmonetes 5000 kilos. Los langostinos se pagaban a 1,5 pts, las doradas a 0,4 y los salmonetes 0,5. Con todo, en artículo del Telegrama de 9-05-1918, se señalaba la necesidad de reglamentar la pesca en la Mar Chica por el peligro de esquilmar su riqueza pesquera por procedimientos de pesca abusivos.

En cuanto al volumen de capturas tenemos que para el último trimestre de 1917 se daban las cantidades siguientes: sardinas y caballas 174.500 Kg. valorados en 70.800 Pts. Salmonetes 5000 kg valorados en 4000 pts y pescadillas 18.500 kg  valorados en 16.650 pts. En cuanto a los atunes se dan como normales para el verano de 1916 pesqueras por barco de entre 1000 a 1500 piezas de 2 a 2,5 kilos  en aguas de Chafarinas.

Vemos que la pesca tenía un carácter estacional, siendo más abundante en invierno que en verano para las especies más buscadas como eran la sardina y el boquerón. En 1930 tenemos que el mes con más capturas fue Marzo con 759.100 kilos y el de menos fue agosto con 240.780 kilos. Por el contrario, en verano abundaban los atunes en aguas de Chafarinas. La ocupación española de Guelaya, posibilitó que varias barcas decidieran montar una base temporal en cala Cazaza en la temporada de 1916, asimismo hombres de Beni Said y Beni Bu Gafar se interesaron en el negocio pesquero comprando botes y artes modernas con lo que se dedicaban a la pesca del boquerón en la costa de poniente del cabo Tres Forcas.

Para 1928 se cifró el total de capturas para toda la costa rifeña en 16.000 toneladas según datos oficiales. Tomás Segado, en su artículo antes citado, señala que en 1926 eran normales capturas diarias  de 100 toneladas de sardinas para el conjunto de la flota que operaba en aguas de Melilla.

En 1930 el pescado vendido en la lonja  ascendió a 5.080 toneladas. De estas sólo 2100 toneladas se consumieron en la ciudad.

Para hacernos una idea de los precios de venta al público señalaremos los precios que fijó la Junta de Subsistencias para noviembre de 1917. Atún grande 1,5 pesetas. Agujas 0,3. Boquerón fresco 0,6. Corvina 1,25. Jurel grande 0,65. Sardinas frescas 0,4 y raya 0,2 pesetas.

ARTES DE PESCA UTILIZADOS.

Vimos que en los primeros años del siglo XX los artes de pesca más utilizados en Melilla eran el sardinal, la jábega y el bou.

El sardinal consistía en un arte de deriva formado por redes rectangulares de algodón de malla adaptada al tamaño de las sardinas. Se dejaba a la deriva entre dos aguas en posición vertical para que las sardinas se enmallaran. La pieza de red llevaba en su arista superior una relinga de corcho y en la inferior de plomos que la hacían permanecer vertical. La flotabilidad se la daba una serie de flotadores unidos por cabos a la red. Regulando la longitud de estos cabos se regulaba la profundidad a la que se calaba el aparejo.

Jábega: consistía en un saco ancho y de unos 150 a 200 metros de longitud denominado copo que se largaba desde la playa. El copo envolvía el pescado a la vez que rastreaba el fondo. Se calaba desde la costa mediante una barca a remos y se cobraba a mano.  

Bou: El bou era un arte de arrastre que se remolcaba desde dos embarcaciones de similares características, la llamada pareja de bou. Una de las embarcaciones de la pareja, en la que iba el patrón que dirigía la pesca, llevaba el arte y llegado al lugar designado para calarlo, procedía a hacerlo haciendo firme uno de los cabos de remolque del arte y enviando el otro a la embarcación compañera. El arte se cobraba a mano y se recogía en la barca en que iba el patrón de la pareja. Todavía en 1926 y para la pesca de la gamba y la merluza faenaban en nuestras aguas parejas de bou aunque  las embarcaciones iban ya impulsadas a vapor.

En información del 6 abril de 1918 del Telegrama del Rif, había en Melilla 6 artes de bou, 250 palangres, 7 jábegas, 20 almejeras, 12 sardinales y 21 mamparras que era un arte de cerco que venía a sustituir al sardinal.

El arte de cerco con luz empezó a usarse en Melilla sobre 1917 y, dada su novedad, el Telegrama del Rif  le dedicó un artículo el 2-12-1917. Según el periódico, para faenar con este arte se necesitaban una lancha grande para recoger el pescado, tres botes de luz de carburo y un chinchorro con las redes. La lancha anclaba en el sitio designado para la pesca mientras los botes de luz se disponían en círculo de unos 100 metros de diámetro y encendían las luces. Al acudir la pesca se apaga uno de los botes y luego otro para que la pesca se concentre en el tercero que es cuando el chinchorro tiende las redes de cerco. Según el Telegrama, con este arte y en un periodo de 20 días de abundancia de sardinas y lachas, algunas embarcaciones  llegaron a ganar hasta 10.000 pesetas. Sin embargo, los patrones de sardinal se quejaban de que este arte iba a esquilmar la población de sardinas. 

EMBARCACIONES Y TRIPULANTES.
Hemos visto que en un principio en Melilla faenaban principalmente sardinales y jábegas, embarcaciones acondicionadas al arte de pesca del mismo nombre. Por su significación como embarcación pesquera típica de las costas españolas tanto del Mediterráneo, Mar de Alboran y la Andalucía Atlántica, vamos a describir un sardinal.

El sardinal tenía una eslora de entre 6 a 8 metros, unos 2 de manga y 1,2 de puntal, con un desplazamiento de entre 1,5 a 2 toneladas. En principio disponía de un mástil con vela latina y remos aunque posteriormente aparecieron sardinales a motor. El mástil venía inclinado hacia proa unos 70º y solía ser de igual longitud que la eslora. La proa era recta y la popa algo curvada. Los fondos de la embarcación eran planos y disponía de dos carenotes paralelos a la quilla  a modo de falsas quillas para ayudar  a varar la embarcación  en la playa que era lo común.  
  
A partir de 1916 se empieza a modernizar la flota pesquera para ampliar su radio de acción mediante la construcción de barcas a motor o instalando motores a los sardinales. El 25-10-1917 la Comandancia de Marina autoriza a Diego Rubio a instalar en su bote “San Pascual” de la matrícula de Santa Pola un motor sistema Brassler de 13x14 Hp y 2 cilindros.

Por otro lado, esta modernización también llega a los artes de pesca y, como vimos, las mamparras sustituyeron a los sardinales. Según el artículo de Tomas Segado de 1927, la flota pesquera melillense constaba de:

Entre 60 a 65 mamparras.14 parejas de bou, 10 palangreros, 7 jábegas, 7 vapores de arrastre y 2 cazonales que, junto con las embarcaciones de la península que faenaban regularmente en Melilla, daban un total de alrededor de 200 embarcaciones pesqueras.

Según artículo de 3-2-1931, en 1930 se encontraban matriculadas en Melilla: 14 bacas a vapor, baca es como se denominan a los barcos de arrastre, y 14 a motor. 20 embarcaciones a motor dedicadas al palangre. Al arte de luz eran 32 a motor con 47 botes auxiliares y, por último, dos jábegas. Un total de 129 embarcaciones tripuladas por 956 hombres. Para la industria auxiliar dan la cifra de 260 personas empleadas. 
LA EXPORTACIÓN DE PESCADO.
Ya hemos hecho referencias a este aspecto de la explotación pesquera melillense, pero daremos algunos datos más. Esta  exportación de pescado que ya representaba un volumen considerable en 1907, se incrementa notablemente con la llegada de las barcas pesqueras de la península que trabajaban principalmente de cara a dicha exportación.

El pescado se desembarcaba en Melilla  para su venta en la lonja y posteriormente se procedía a su preparación para el traslado a la Península, traslado que se hacía en el correo de Málaga preferentemente. Vimos que las sardinas se envasaban en recipientes de madera cubiertas de abundante sal,  las especies finas como la pescadilla se disponían en cajones envueltas en hielo mientras que las gambas se cocían antes de su embarque. Las especies finas se enviaban por ferrocarril de Málaga a Madrid. El Telegrama del Rif solía informar de los “bultos” de pescados embarcados  en los correos, así el 11-05-1916, por ejemplo, se embarcaron en el vapor Antonio Lázaro 53 bultos de pescado con un peso total de 2530 kilos y en el 17 de Julio de 1917  se embarcaron en el vapor Monte Toro 127 bultos con un peso total de 7600 kilos.

Todas las operaciones de preparación del pescado para su embarque se realizaban al aire libre en el muelle hasta que se inauguró la lonja de Florentina en mayo de 1916, pero la utilización de dichas instalaciones llevaba consigo el pago de un canon: una peseta por bulto que se exportara y 0,25 pesetas por lote vendido por los pescadores. Esto motivó una huelga de pescadores unida a un cierre patronal de los exportadores como protesta a dichas tasas. Otro problema al que tuvieron que enfrentarse los exportadores fue al aumento de las tarifas de Trasmediterránea en 1918, así el 8-01-1918, se negaron a embarcar pescados para la Península en el Vicente Puchol en señal de protesta por estas nuevas tarifas.

Con todo, la exportación de pescado siguió aumentando y en el artículo de Tomás Segado se indica que para 1926 se exportaban diariamente de 25 a 30 toneladas diarias de pescado azul y fino y de 700 a 1000 kilos de gambas. El 3-02-1931, el Telegrama da las siguientes cifras sobre la exportación de pescado en 1930. A Málaga se enviaron 1.922.920 kilos de sardinas y boquerones y 420.000 kilos de gambas. A la llamada zona vecina de Marruecos 427.290 kilos de sardinas y boquerones y a Orán 99.480 kilos de las mismas especies.

Otra modalidad de exportación de pescado consistía en trasbordar las capturas a lo que el Telegrama llamaba “vapores rápidos” que las llevaban a Alicante, Valencia y Barcelona. En principio estas operaciones se realizaban en la mar, pero en 1930 se empezaron a realizar en el puerto de Melilla. Estas capturas se centraban en las especies finas y las realizaban embarcaciones de arrastre (bacas) de la Península, concretamente eran: 23 bacas de Valencia, 3 de Alicante, 4 de Santa Pola, 2 de Villajoyosa, 1 de Barcelona y 1 de Vinaroz, todas a motor, más 2 bacas a vapor de Valencia. Según el Telegrama del Rif y para los cuatro meses en que los vapores rápidos operaron en el puerto de Melilla, se embarcaron 40.000 bultos de pescados que a 30 kilos por bulto daban 1200 toneladas de pescado exportado. 

INSTALACIONES PORTUARIAS.

Como es bien sabido, Melilla carecía de puerto a principios del siglo XX, por lo tanto, las embarcaciones pesqueras debían permanecer fondeadas en la rada o varar en la playa que se extendía a lo largo del denominado Muro X, en el lugar en que hoy está la dársena de embarcaciones menores del puerto comercial y que antes fue la dársena pesquera.

La falta de un puerto protegido y el que la rada de Melilla esté abierta al Este, eran la causa de que los temporales de levante causara grandes estragos en los barcos fondeados en la rada, amarrados a los escasos atraques existentes o varados en la playa. En las crónicas periodísticas y fotos de la época vemos estos terribles efectos causados por los temporales de levante en las embarcaciones surtas en Melilla.

Aprovechando las obras del cargadero del mineral, se habilitó una dársena pesquera provisional al inicio del malecón de atraque del cargadero, pero con el la terminación de las obras esta dársena tuvo que ser abandonada y las embarcaciones pasaron a ocupar la dársena pesquera del puerto comercial.

Por otro lado, vimos que al no existir lonja o pescadería las operaciones de venta y preparación de la pesca para la exportación se realizaban al aire libre en condiciones penosas. Esto hizo que la Junta de Arbitrios proyectara construir una pescadería junto a la cuesta de subida al Pueblo, la llamada Pescadería de la Florentina. Esta pescadería se inauguró por el General Aizpuro el 8 de mayo de 1916.

El edificio no satisfizo  las expectativas de los usuarios ya que resultaba pequeño para las necesidades crecientes del sector pesquero y, según decían, estaba mal orientada ya que el sol daba todo el día con lo que la pesca se estropeaba rápidamente. Como vimos antes, también estaba el problema del canon a pagar por su utilización que generó grandes protestas.

Aunque se amplió la pescadería utilizando el local acondicionado para cafetería y comedor, hubo que construir otro edificio en la explanada de San Lorenzo. Esta pescadería, proyectada por Francisco Carcaño, ingeniero de la Junta de Arbitrios y escritor, se inauguró en el verano de 1921.   Según el artículo de Tomás Segado de 1927, en el año de 1926 y por ingresos generados por la pescadería, la Junta de Arbitrios ingresó la cantidad de 54.103,15 pesetas.       

A principios de la década de 1940 se construyeron las instalaciones pesqueras del muelle ribera, instalaciones que se mantuvieron hasta el cese de la actividad en el sector pesquero melillense a primeros de la década de 1980.

En 1945 se fundó la Cofradía de pescadores de Melilla, siendo su primer Patrón Mayor Ángel Romero Rubio.
LA INDUSTRIA CONSERVERA Y DE SALAZON.

Ya vimos que en 1907 se creó la conservera de Dassori, una industria que en su origen estuvo enfocada a la exportación a Italia y  Alemania, donde etiquetaban los productos fabricados en Melilla.

En principio sus instalaciones eran unas barracas en el barrio Industrial que se convirtieron en naves donde funcionaban cuatro calderas de hervir atún. En su primer año de funcionamiento consiguió exportar 150 toneladas de sardinas, atún y otros pescados en salmuera y 50 de atún en aceite.

El 8-12-1916 apareció en el Telegrama la noticia de la constitución de la Sociedad Anónima  “San Luis” con un capital inicial de 50.000 pesetas y cuyo gerente era Luis Dassori.

En el artículo de Tomás Segado de 1927 se informa de que la fábrica San Luis empleaba 30 mujeres y tres o cuatro hombres y manufacturaban conservas de boquerones, sardinas, bonitos y atún.

En 1930 la  San Luis exportó 250 toneladas de conservas a Italia.

Tomás Segado también  menciona a la conservera de Manuel Rosas, ubicada igualmente en el Industrial pero de la que no da datos de su producción y empleados.

Junto a esta industria conservera, existía la de salazones. En el Telegrama encontramos referencias a la empresa de Algarra y Miquel. Dentro de estas industrias derivadas de la pesca debemos incluir las operaciones de preparación de pescado para su exportación a la Península, faenas que absorbían una considerable mano de obra.

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