martes, 28 de agosto de 2012

Melilla Púnica y Romana


Otro de los artículo publicado en el Boletín nº 68 de la Real Academia de la Historia y que aquí reproducimos es el de D. Fidel Fita Colomé, que escribía por el 1º de Mayo de 1916 en Madrid de Melilla, relacionando la cultura púnica con la romana reflejadas en una moneda, un as africano con grafía púnica.

La suma importancia y rápido acrecentamiento actual de Melilla, centro de la influencia española en el Rif Marroquí, nos hace esperar que su antiquísima historia no tardará en revelarse á la investigación técnica y científica de sus monumentos.

Nuestro sabio compañero D. Antonio Blázquez, reseñó, no ha mucho (1), con su habitual competencia, las inscripciones romanas y griegas de la Tingitanía; pero ni Ceuta, ni Melilla, en tan dilatado campo de cosecha epigráfica, se nombran. El mismo Académico, teniendo en cuenta la medición de las millas, acertó á demostrar que á Melilla corresponde la estación que en el Itinerario de Antonino, cuando alboreaba el siglo ni de la Era cristiana, se denomina Rusadder colonia (2). A mediados del siglo II, algo antes, hacía mención de ella Ptolomeo y poco antes que en el año 7° Flavio Vespasiano la hiciese colonia romana, Plinio había dado á conocer su fortaleza y puerto: Rusadir oppidun et portus.

Consta además que, lo mismo que Larache, Tánger y Cherchell y varias ciudades del litoral bético desde Adra hasta Cádiz, acuñó moneda con leyenda púnica. Un ejemplar de esta moneda, de mediano bronce, hallado en Cherchell, existe en el Gabinete Real de Copenhague. La acuñación de semejantes monedas autónomas se abolió imperando Calígula, y por lo tanto sabemos que Melilla estuvo poblada y era floreciente municipio antes del año 42, en el cual el emperador Claudio romanizó completamente la Tingitania, la que, á partir del año 25 antes de J. C , habían gobernado los reyes Juba II y Ptolomeo II.

El ejemplar del sobredicho as de cobre, único de su especie hasta hoy conocido, pesa 9,6 gramos, y la belleza de su acuñación y de sus letras púnicas permite atribuirlo á los primeros años de la era cristiana. Lo describió y comentó Luís Müller (3), mas no dibujó las figuras de su anverso y reverso, por cuya razón ha pasado inadvertido á nuestros modernos historiadores de Melilla. No sé que nadie se haya ocupado de recoger otros ejemplares, que de seguro en aquella plaza fuerte y su comarca han de encontrarse con cierta facilidad, acompañados de otros, en tiempo posteriores, y quizá bilingües ó púnico-romanos como los de Almuñécar y Adra (4).

Moneda de Rusadir

La fotografía que presento se ha sacado de un vaciado exactísimo de la moneda original antedicha, que á petición mía se ha procurado el doctor Yahuda por intercesión de uno de sus doctos amigos, residente en la capital de Dinamarca.

Anverso. Cordoncillo globular. Cabeza imberbe, cuyo tocado es el pellejo y orejas de una de elefante. A izquierda.

Reverso. Abeja entre dos espigas. A un lado, cordoncillo globular. Debajo, el nombre de la ciudad con letras púnicas, correspondientes á las hebreas, que se pronuncian R(u)SAD(i)R.

Este nombre (Rusadir de Plinio, de Prolemeo, Rusadder del Itinerario de Antonino), mantiene su prolongado eco de veinte siglos en el actual arabizado Ras-erdir del promontorio de Tres Forcas, donde estuvo la estación Rusaddi del Itinerario, distante 15 millas romanas de Melilla, estación donde también hay que buscar ruinas deediñcios antiguos.

Compónese el vocablo Rus-adir de dos elementos gramaticales que indican evidentemente el origen fenicio ó púnico de la población. Sobre el significado que el primero tiene de cabo ó promontorio marino, no cabe duda; y, con efecto, la ciudad de Melilla y parte de sus fortificaciones ocupan una península cuyo istmo es de roca, con medio cable de longitud, poco menos de anchura y 20 metros de elevación sobre el nivel del mar. El segundo elemento está representado por el hebreo “addir” poderoso, majestuoso, sublime. En varias lápidas africanas aparece como epíteto de Baal (5) y Saturno en la mitología greco-romana, á quien estarían consagrados el promontorio y pueblo de Melilla. No de otra manera, á mi parecer, el promontorio Sacro ó cabo de San Vicente en el Algarbe, fué dedicado, según Avieno (6), á Saturno: Inhorret inde rupibus cautes sacra; Saturni et ipsa.

A este propósito cumple citar el culto cartaginés de los Abaddiros ó Abbadiros púnicos, atestiguado por lápidas romanas, por San Agustín y por el gramático Prisciano (7), según el cual abbadir es el monolito ó aerolito que se tragó Saturno pensando que era su hijo Júpiter; es decir, la piedra de Addir  venerada por los griegos y por los hebreos con nonbre de Betk-El (casa de Dios). Tales ídolos, con estas figuras cónicas, fueron primitivamente la Astarté fenicia y la Diana de Efeso, Indicando el tránsito religioso de la edad de la piedra á la de los metales ó de los dioses antropomórficos.

Los vándalos, bizantinos y árabes que dominaron sucesivamente en Melilla después de las épocas romanas, dejarían allí multitud riquísima de monumentos arqueológicos, que avaro el suelo de tierra firme y las aguas del puerto, y de su río de Oro nos ocultan.

A mediados del siglo XII, describía El-Edrisí (8) sucintamente la situación é importancia de esta plaza fuerte. Melilla, dice (9), es una bella ciudad, en buen sitio colocada y de mediana grandeza sobre la ribera del mar. Está fuertemente amurallada, y su campo en tiempos al nuestro anteriores era fértilísimo. Posee un pozo de agua viva y alimentada por un manantial permanente, que basta para el consumo de los vecinos. Alrededor de ella moran y pululan tribus bereberes, cuyo tronco procede de los Buttuya. Monumentos fúnebres, púnicos y romanos, distinguidos aquéllos por manillas de oro en las muñecas de los cadáveres, á Melilla no faltan.

En el número 98 (13 de Noviembre de 1915), pág. 308 de la excelente revista mensual, denominada Ibérica, se da la siguiente noticia, sobre la cual ha llamado la atención de la Academia, D. Antonio Blázquez:

“Con ocasión de determinadas obras, realizadas en Melilla, se han descubierto interesantes vestigios de antigua civilización.

En el barrio Real se encontraron tres sepulturas de piedra, conteniendo esqueletos que conservaban en los huesos de la muñeca aretes de oro.

Más tarde, al pie del cerro de San Lorenzo, se descubrieron sepulturas de época romana, y en ellas ánforas, candiles, lacrimatorios y otros objetos artísticos, y muy recientemente, al extraer tierras del antiguo cementerio, se han hecho nuevos descubrimientos arqueológicos.”

En la página precedente. (307) de esta revista, y al pie de ella, se representan fotografiadas las ánforas, alineadas en la falda del árido cerro de San Lorenzo; cuatro enteras y cuatro quebradas. Conviene averiguar sí contienen alguna estampilla, y si pueden continuarse en aquel cementerio las excavaciones, tanto allí como en otros parajes, fecundos de objetos arqueológicos, á lo largo de la vía romana que bajaba del cabo de Tres Forcas (Rusaddi) á Melilla (Rusadder colonia), y proseguía su curso hacia las Chafarinas (Ad tres Ínsulas), estación distante unos cinco kilómetros al Oeste de Cabo de Agua.

En todo ese trayecto de vía romana se erguían ochenta miliarios, á razón de un kilómetro por milla. Si alguno se busca y se descubre, porque no todos habrán perecido, ganará ciento por uno la historia, á ellos contemporánea, de la Colonia Rusadder, ó Melilla, que recibió probablemente el sobrenombre de Flavia. Tanto en el arreglo, como en la reparación de la vía, los miliarios daban noticia de los Emperadores que en ello entendieron, hasta el año 429, cuando los Vándalos españoles, acaudillados por Genserico, trasladándose desde la Bética al África por el Estrecho Hercúleo, sometieron á su dominio bárbaro la infeliz Tíngitania.

(1) BOLETÍN, tomo LXIV (cuaderno de Enero de 1914), págs. 94-101.
(2) BOLETÍN, tomo XL, pág. 368; LV, 367.
(3) Numismatiqíce de l'ancienne A frique. Supplément, págs. 78 y 79. Copenhague, 1874.
(4) Zobel de Zangroniz, Estudio histórico de la moneda antigua española, tomo II, pág. 169. Madrid, 1880.
(5) Corpus inscriptiorum latinarum, vol. vin, núms. 5279, 19121, 19122,
19123 y 2Í481.
(6) Ora maritima, vers. 215 y 216.
(7) Véase Dessau, Inscribtiones latinae selectae, núm. 4478. Berlín, 1902.
(8) Dozy y Goeje, Description de VAfrique eí de V Espagne par Edrisí, pág, 171, Leyde, 1866.
(9) Este mismo nombre con las mismas letras é idéntica pronunciación y significación de espiga de trigo lo escribió Moisés en el Deuteronomio, XXIII, 26, sería el del campo de Melilla, al que parecen aludir las dos espigas de la moneda.

Publicado en BRAH nº 68, 1916, pp. 544-548). 920. También en África Española nº 38, 1916, pp. 51-54

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