domingo, 26 de septiembre de 2010

La Conquista de Melilla Según la “Crónica de Felipe El Hermoso”.

Por Carlos Esquembri Hinojo

La “Particular crónica del Católico y sobre Ilustre Rey don Phelippe Primero deste nombre de los Monarcas de España”,  fue escrita por Lorenzo de Padilla y dedicada al Emperador Carlos V, hijo de Felipe el Hermoso. Padilla era natural de Antequera y fue arcediano de Ronda antes de entrar al servicio de Carlos V en 1538, fecha a la, al parecer, ya tenía redactada esta crónica. La versión de la misma que hemos utilizado es la que aparece en el tomo VIII de la Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España (CODOIN), publicado en 1846 por Miguel Salvá y Pedro Sainz de Baranda, de la Academia de la Historia. Señalar que, en general, la obra de Padilla fue tan criticada por sus errores como utilizada y citada por los historiadores españoles del siglo XIX.  En cuanto al capítulo que trata de la conquista de Melilla encontraremos datos y afirmaciones que no concuerdan con las versiones más aceptadas de estos hechos pero que no carecen de lógica histórica.

ANTECEDENTES DE LA CONQUISTA DE MELILLA.
Según Padilla, un personaje llamado Mebile, musulmán que se pasó del reino de Granada a África para retornar luego a España y ponerse al servicio del duque de Medina Sidonia, dio aviso de que en la costa de África, frontera del reino de Fez: “estaba una cibda llamada Melilla que el Rey de Fez había destruido y derribado porque se había alzado con ella un moro a quien él había dado en tenencia, y que aquella cibda se podía reparar con muy poco y poblalla y sostenerla contra los moros.”  Medina Sidonia informó a los Reyes Católicos de estas noticias y se ofreció a ir en persona a ocupar  Melilla. Los Reyes aceptaron el ofrecimiento  del duque y se comprometieron a pagar los gastos originados en la empresa pero antes querían asegurarse de todo la dicho por Mebile por lo que ordenaron se efectuase un nuevo  reconocimiento de la situación de Melilla, y  para lo cual enviaron al duque a: “un aragonés llamado maestre Ramiro, que era capitán de la artillería de la Reina y el Rey, muy sabio para aquel negocio”. Francisco Ramiro fue artillero mayor de los Reyes Católicos  y se decía de él que era tan hábil para disponer y trazar una fortaleza como para combatirla. Ramiro estuvo en alguna  de las expediciones  de reconocimiento enviadas al Norte de África por Hernando de Zafra.  El duque hizo acompañar a Ramiro por uno de sus criados que se apellidaba Bocanegra (pudiera tratarse de Martín Bocanegra que negoció junto con Pedro de Estopiñán el Asiento de Melilla).  Embarcaron en una fusta en Gibraltar con la que navegaron a Melilla para evaluar su estado y posibilidades de ocupación. No parece que la represalia del Rey de Fez hubiera destruido completamente la ciudad  ya que en la crónica se dice que los guelayenses  que vivían en los alrededores de Melilla, recelosos de las intenciones del viaje  del maestre Ramiro, completaron la destrucción de las murallas: “Y no fue su estada en Melilla – se refiere a Ramiro- tan secreta que no la sintieron los moros y entendieron luego en acabar de derribar mucha parte del muro desta cibda”.
La Reina doña Juana y Felipe el Hermoso
El informe del maestre Ramiro es favorable a intentar la conquista: “Y llegado maestro Ramiro al Duque de Medina, le dijo la disposición y manera de Melilla y que se podría sostener con seiscientos peones y cien lanzas, y que la gente de pie fuese diestra en ballesteros y adalides para poder robar los campos a los moros con gente de a caballo.” Vemos que las razones de la conquista de Melilla que expone esta crónica son más prosaicas que los altos ideales y las promesas de grandes hazañas de las que escriben  los cronistas de la Casa de Medina Sidonia.  En cuanto al problema de las destruidas defensas de la ciudad, Ramiro propone: “que para poder reparar la cerca era necesario hacer unos reparos de tablones y ponellos alrededor de toda la cerca por barrena mientras se fortalecía el pueblo y labraban los lienzos derribados”.
 
LA CONQUISTA DE MELILLA.
Determinado el duque a llevar a cabo la conquista de Melilla: “Mandó juntar ciertas carabelas y navíos en Gibraltar y sacó fasta tres mil peones y doscientas lanzas y la mayor parte de la gente de pie eran ballesteros, y metió toda la artillería que pudo en sus navíos. Y aderezado todo lo necesario se hizo a la vela. Y como llegó a Melilla, luego sacó su gente a tierra y artillería y con los tablones que traían hizo una gran barrera alrededor de la cerca y puso en las troneras que en ellas traía fechas, sus tiros. Y la mayor parte de la gente entendía de noche y día en descubrir las puertas del pueblo y reparar los muros por todas partes, y abrir la cava del pueblo de nuevo”.
Gibraltar  desde el Estrecho
Esto de situar el puerto base de la armada de Medina Sidonia en Gibraltar no aparece en las versiones más aceptadas de la conquista de Melilla que sitúan dicha base en Sanlúcar. Pero Gibraltar fue señorío de Medina Sidonia hasta enero de 1502 y en ese puerto bien podía haber reunido su armada. El que fuera  miembro de la Academia de la Historia  Ignacio López de Ayala en su historia de Gibraltar editada en 1782 escribe que la ciudad: “Sirvió mucho en la conquista de Melilla i otros que emprendieron i lograron estos señores en África. Desde ella se enviaron por mucho tiempo las municiones y pertrechos que sirvieron para la conquista de Melilla hecha en 1497 i para abastecer las tropas que después la guarnecía”. Barrantes nos dice que a los pocos días de ocupada Melilla hubo que enviar navíos a Gibraltar por leña, paja para los caballos y otras provisiones.  Por último, indicar que ni Jerónimo Zurita ni Andrés Bernaldez indican el puerto desde donde salió la armada que conquistó Melilla. 
 
LA BATALLA DE MELILLA. 
Conocida en Fez la ocupación de Melilla, se envió un fuerte contingente militar a recuperarla, pero: “avisado el Duque de su venida, mandó a un caballero de su casa que venía por capitán de su gente, llamado Andino, que saliese a ellos con mil ballesteros y la gente de caballo que tenía: lo cual hizo luego, y saliendo comenzó a jugar artillería por otra parte, e hizo mucho daño a los moros, y Andino con su gente por otra; mas todavía hicieron algún daño a los cristianos. Y el artillería les constriñó a retraerse al val de Botoya”. Tras esta batalla, Padilla nos cuenta que el capitán de las fuerzas de Fez comprende que no pueden ocupar Melilla y decide fortificarse en Cazaza y establecer guarniciones rodeando la ciudad para contener a los españoles dentro de las murallas que van reconstruyendo.  Tanto en los preparativos de la operación, en el desembarco en Melilla y en el relato de esta batalla librada a las puertas de la ciudad, Padilla  ha  mencionado  la artillería, con lo que resalta la importancia que esta arma iba cobrando en los campos de batalla de la época y de la que carecían los guelayenses y los refuerzos enviados por el rey de Fez.
LA CONSOLIDACIÓN DE LA  MELILLA ESPAÑOLA. 
Tras más de dos meses de trabajos,  el duque consideró que la ciudad estaba  en estado de defensa y convenientemente aprovisionada por lo que dejó una guarnición de cien lanzas y seiscientos peones y se volvió a la Península con la armada y las tropas sobrantes. 

La crónica indica que para relevar a esta primera guarnición melillense, los Reyes Católicos enviaron al capitán Manuel de Benavides al mando de cien lanzas, cincuenta de su compañía y cincuenta de la de Bernal Francés y quinientos peones, de los cuales cien eran espingarderos. Estas tropas pasaron desde Málaga. Según Padilla, la empresa había costado a Medina Sidonia treinta y dos mil ducados que le reembolsó la Corona. 

Con esto finaliza el capítulo dedicado por Lorenzo de Padilla a la conquista de Melilla. Vemos que ante la coincidencia de las fuentes, hay que admitir como hecho histórico contrastado que, a la llegada de las tropas de Medina Sidonia, Melilla estaba abandonada y parcialmente destruida, sobre todo sus murallas. Sin embargo, y dada las discrepancias de las fuentes y la falta de datos concretos,  quedan temas por aclarar como los motivos y circunstancias del abandono de Melilla, la suerte que corrieron los melillenses tras abandonar su ciudad, la organización y ejecución de la operación militar de ocupación y como se desarrollaron los primeros días de la Melilla española. Esperemos que el trabajo de los historiadores acabe ofreciéndonos  una visión definitiva del episodio más trascendental de nuestra Historia: La incorporación de Melilla a la Corona Española.

domingo, 12 de septiembre de 2010

El paso de un bangladesí por Melilla

Por: Antonio Bravo Nieto

En una ciudad como Melilla, va siendo difícil que alguna noticia pueda sorprenderte realmente. Te pueden causar extrañeza, estupor, indignación, apatía, mortal aburrimiento, pero sentirte de pronto afectado por lo que lees, realmente pocas. Y todo esto viene al hilo de lo acontecido en nuestra ciudad con los bangladesíes. Sólo segundos después de leer la noticia me asaltó una pregunta, ¿estará Mámun entre los trasladados? Ahora, antes de seguir con este escrito, conviene aclarar varias cosas. ¿Qué hago hablando de un bangladesí desconocido? La respuesta es muy sencilla, quien escribe estas líneas lo hace como un sujeto de a pié, un vecino más de Melilla; daría igual quien lo redactara, porque no se escribe desde una posición partidista, profesional o institucional. Porque además, yo a Mámun no le conocí en una conferencia, ni en mis clases, ni en reunión de organización alguna ni ONG acreditada. Le conocí en la calle, un día hará ya varios años cuando con una sonrisa (que se ha convertido en una especie de seña de identidad), me señalaba torpemente hacia mi coche con la intención (ya lo habrán adivinado) de limpiarlo para ganarse un par de euros.

Luego llega eso a lo que los humanos (sobre todo mediterráneos) somos tan dados, que es relacionarte o hablar con la gente gracias al roce diario. Porque desde entonces veía a Mámun casi cada día, con la misma sonrisa, imperturbable, más atento en saludarme que en saber si ese día tocaba lavado. Con los meses y varios años, ya casi leía mi pensamiento y sabía cuando tocaba, de hecho últimamente ni me preguntaba y tomaba él mismo la decisión, y al día de hoy ya no sé si me debe un lavado o yo le debo euros. Lo cierto es que muchas veces realmente no tenía necesidad de que empleara sus esfuerzos, pero me parecía que lo poco que podía hacer por alguien que venía de tan lejos, era ofrecerle una forma digna de ganar algo insignificante (una forma torpe, supongo, de limpiar la conciencia de vivir en un país desarrollado y rico a los ojos de los que no están dentro). Seguro que con ello incumplía alguna norma o reglamento, y que alguien podrá criticarme por ello, pero no me avergüenzo en pensar que era una forma de darle dignidad a su humilde trabajo.

Llegué a conocer su nombre más tarde, por simple curiosidad: ¿cómo te llamas? Y como al responderme observó cara de sorpresa (porque realmente le entendí Mamón) me mostró con total naturalidad su identificación donde ya pude leer Mámun Rass. Poco a poco se hizo un habitual del barrio, hablaba con todos en un español que poco a poco perfeccionó, e incluso entre lavado y lavado de coche pudo expresar tímidamente sus ideas de futuro, que pasaba por instalarse en la península donde habitaba un familiar suyo. Euro a euro pudo comprarse una bicicleta y eso le permitió ampliar su horario de trabajo, y en alguna festividad religiosa (creo que Mámun es musulmán), le pude ver con alguno de sus mejores trajes, lo que antiguamente llamábamos el traje del domingo.

Ahora no sé donde pueda estar. Si es de los trasladados, o de los que parecen haberse quedado, o si ha conseguido sus papeles. Igual mañana me lo encuentro por ahí sonriendo, pero sospecho que ya no volveré a verlo en mi vida, y lo más probable es que nunca llegue a saber que este texto ha sido escrito, ni por quien. Habrá ocurrido como en el juego de la oca, después de un buen rato tirando los dados y cuando ya crees que llegas al final, caes en la casilla que no debes y te mandan de regreso al inicio. Espero con toda mi sinceridad que tenga la paciencia suficiente para soportarlo.

La Ley es la Ley, y lo único que se me ocurre es afirmar que creo en ella, que debe ser cumplida y aplicada. Además los razonamientos parecen ser coherentes con mantener una frontera que sea segura y no padecer las avalanchas que en el pasado nos han estigmatizado. Pero también como persona, sospecho que puede haber formas legales de que las cosas sean de forma diferente a como se nos presentan. Que la "justa ceguera" de la Ley debería tener en cuenta los años pasados por estas personas en la ciudad, del comportamiento ejemplar que han manifestado durante todo este tiempo, y de la voluntad de intentar prosperar dentro de una conducta honorable y basada en el trabajo.

Que nadie quiera leer en estas líneas otra cosa que no sea mi opinión personal, más basada en los sentimientos que en una reflexión racional o legal de las cosas. Si alguien además intenta manipularlas con fines que no sean los puramente humanitarios, está desautorizado desde este mismo momento. He escrito estas palabras, porque me habría parecido moralmente indigno no haberme inmutado ante algo que me afecta, y por el incierto futuro de estas personas.

Ayer creí ver su bicicleta junto a una farola de mi barrio, pero no era él quien la llevaba. Estés donde estés, sólo quiero desearte la máxima de las suertes personales y profesionales, y que tanto tú como tantos otros podáis finalmente conseguir ese sueño inalcanzable que emprendisteis hace ya varios años. Mámun podría ser cualquiera de nosotros mismos.